mis ediciones

Zaragoza, años setenta.

Lo primero, fue la imprenta. Le llamo entonces por teléfono. Y quedamos a eso de la una.
– ¡No me des tu dirección!
Me la sabía. El formato de tu libro, lo hice entonces con su ayuda.
¿Cuántos libros Ud. quiere que le imprima?
– Por lo menos, 800 ejemplares.
A continuación, él me comenta, que así no ganaré ningún dinero.
– ¡Unos dosmil, como muy poco!
Me gasté en aquello unas 230.000 ptas.
¿Y los críticos? … Yo, iba a una presentación algunas veces.
 He seguido con mis ediciones desde aquella vez primera… e incluso ganaba alguna vez algún dinero. ¡Fue mi vicio!

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